Mi amiga íntima comparte el gran consolador de su ex, recordando con cariño sus encuentros pasados con él. Nos entregamos a un intenso placer juntos, explorando nuevas alturas de éxtasis.
Mi confidente más cercano se separó recientemente de sus formas con su ex, resultando en una plétora de posesiones compartidas.Entre ellos, un dildo considerable que le pertenecía a él.En un giro tentador de los acontecimientos, decidió ponerlo en uso, todo mientras recordaba a su ex amante.A medida que ella se adentraba en sus deseos íntimos, me extendió una invitación para que me uniera.¿Cómo pude resistirme a una proposición tan tentadora?Me encontré inmerso en un mundo de placer, viéndola manejar expertamente el juguete, sus recuerdos de él alimentando cada movimiento.La vista fue suficiente para encender una chispa de deseo dentro de mí, lo que llevó a un encuentro caliente propio.El intercambio de placer era palpable, nuestras fantasías compartidas cobraban vida bajo la apariencia de fidelidad.El dildo se convirtió en un símbolo de nuestros secretos compartidos, un testimonio del poder del deseo y el anhelo.
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